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Boa tarde, benvida
Boa tarda, benvinguts, benvingudes.
Buenas tardes a todos y a todas.
Arratsaldeon eta ongi etorri guztioi.
Deseo saludaros y daros la bienvenida en nombre de la Comunidad Universitaria, y en especial en nombre de Pio Pérez Aldasoro, Vicedecano para el alumnado en esta Facultad, quien deseaba pronunciar estas palabras de bienvenida pero por motivos de agenda de última hora no ha podido estar aquí.
Bernardo Atxaga, probablemente el escritor euskaldun más conocido fuera de el País Vasco, decía hace unos años que el día en que cesara la violencia, los ciudadanos y ciudadanas de este pequeño país seríamos fácilmente reconocibles en cualquier parte del mundo, porque andaríamos varios palmos elevados sobre el suelo, del enorme peso que nos íbamos a quitar de encima.
Bueno, ese día llegó. La imagen de Atxaga no se ha cumplido,  seguimos andando pegaditos al suelo.
Es cierto, nos hemos quitado una enorme losa, una losa que además de sus trágicas consecuencias, nos consumía ingentes cantidades de energía como pueblo, como comunidad de ciudadanos y ciudadanas. Pero  aún no se puede cumplir el vaticinio de Atxaga porque todavía no hemos vaciado del todo esa mochila que durante tantos años de conflicto hemos ido llenando, y que aún pesa bastante.
Ayer estuve en el Campus de Bizkaia, y vi en los jardines un joven que entre aplausos recibía un ramo de flores, a modo de bienvenida. Se trataba de un estudiante de aquel Campus que había salido de la cárcel y reemprendía ayer su carrera académica.
Aún quedan muchas historias inacabadas a las que hay que darles un final.
Dentro de poco, en muchos hogares se brindará por el año nuevo, y muchas personas recordarán en silencio a seres queridos que ya no están entre ellos, porque cayeron asesinados por las balas que en este largo conflicto se han cruzado en esta tierra.
Calladas para siempre las armas, llega el momento de hablar de todo lo que pasó, y de la herencia que aún llevamos en la mochila colectiva. La única manera de vaciar o aligerar al menos esa mochila, la única manera de tratar esa herencia dolorosa, la única forma de abordar todas esas historias aún inconclusas como la del muchacho que comentaba antes, es mirarlas de frente y aplicarles la más perfecta herramienta que tenemos los humanos y que utilizamos tan poco: HABLAR, HITZ EGIN, FALAR, PARLAR.
En nombre de la Comunidad Universitaria, berriro ere ongi etorri, os doy de nuevo la bienvenida, y os deseo una grata y fructífera estancia en Donostia, practicando esa valiosa herramienta de la que hablaba hace unos segundos.
Mila esker.

EMILIO ZUBIA