1. Partimos de un conflicto o de una situación que consideramos éticamente inaceptable, y queremos liberarnos:

    De la violencia que padecemos y de la contradictoria tentación de ejercerla para liberarnos. Cuando actuamos con odio, éste no nos hace mejores que nuestros enemigos.

    Y de la pasividad que padecemos y de la contradictoria tentación de "pasar de todo" para liberarnos. La pasividad nos hace cómplices de la violencia armada y de la violencia estructural.

    Para fortalecernos como ciudadanía activa, como pueblo que quiere salir de la pasividad, hay que distinguir tres grandes tipos de acción ciudadana:

    El "no a la violencia", entendida como oposición al uso de la violencia. Es la cultura anti-violencia. La "sin violencia", en tanto que renuncia puntualmente a la violencia, de forma táctica.

    La "no violencia", sería la estrategia para transformar conflictos.

    La estrategia no violenta: liberarnos sin que generemos más violencia

    1. Organizarnos para hacer frente a la situación inaceptable y elaborar la estrategia no violenta para transformarla. Nadie lo hará por mí, por nosotros. Quien ve claro, quien se siente responsable debe dar el paso. Pero cualquier movimiento social, si quiere crecer y tener impacto precisa de una forma organizativa que reúna voluntades, que facilite la implicación y el compromiso y que, al mismo tiempo, sea operativa en función de lo que quiere conseguir y de cómo quiere hacerlo.

    2. Explicitar y asumir el compromiso con la no violencia con el riesgo personal, y de equipo, que pueda conllevar. Una declaración pública que manifieste el objetivo, los medios no violentos y los tipos de acciones que se quieren emprender fortalecerá el movimiento para asumir la posible represión, le dará coherencia y legitimará el aislamiento de todo acto violento, interno o externo.

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