Índice del artículo

Si hablar con ETA es un delito por el que vas a la cárcel, ¿cree que es viable un nuevo proceso de paz?

Debemos entender que el objetivo en este momento no está en embarcarse en un nuevo proceso de paz con Madrid. Lo que está pasando ahora es lo que se ha estado haciendo dentro de la izquierda proindependentista, cuyo objetivo es un nuevo proyecto político legalizado. Hay dos patas en este proyecto: una es ayudar al movimiento político de la izquierda proindependentista a legalizarse y la otra es que acabe la violencia. Para conseguir las dos, es vital que Batasuna lleve a ETA con ella. Porque, de lo contrario, ¿dónde nos quedaríamos con la violencia? Se trata de medir los tiempos, las circunstancias apropiadas, y ésas son cosas que yo no puedo hacer, son cosas que necesitan hacerse internamente.

¿Tiene esperanza en este proceso?

Lo que puedo decir es que el debate interno, la consulta que está teniendo lugar en los últimos 16 meses es algo profundo, que no había pasado antes. Y ésa es mi esperanza. Pero la detención de Otegi, Diez y los otros dirigentes abertzales puede perjudicar a ese debate.

Obviamente son enormemente decepcionantes. Yo esperaría que proporcionen más motivación, porque la cuestión es: Si trabajas como un activista político, cómo puedes tener éxito si estás prohibido; si estás ilegalizado, ¿qué puedes conseguir? Nada. Para poder conseguir tus objetivos políticos es esencial que puedas operar legalmente. Y creo que eso es algo que se ha entendido.

En Irlanda del norte, el Sin Feinn empujó al IRA a dejar las armas. ¿Por qué Batasuna no ha dado ese paso aquí?

Ésa es la cuestión.

¿Cree que la izquierda abertzale va a dar ese paso ahora?

Lo que puedo decir es que espero que eso sí pase. Desde mi punto de vista, para que este proyecto funcione debería pasar. De hecho, para que este proyecto político funcione, debe pasar, porque si no pasa, no funcionará.

¿Un nuevo proceso de paz sería el objetivo?

Claramente ése sería el objetivo a largo plazo, pero ahora nadie ha hecho peticiones o ha requerido a Madrid que entre en negociaciones. Ha sido un trabajo unilateral dentro de ese movimiento político particular.

¿Y tiene constancia de que haya otro tipo de conversaciones con Madrid?

No soy consciente de nada de eso.

En los últimos 16 meses, ha estado en contacto permanente con la izquierda abertzale. ¿Ha mantenido también contactos con partidos españoles, con el Gobierno español?

Previamente yo tuve contacto con otros partidos, me reuní con el Gobierno español. Pero en los últimos quince meses todo el trabajo que he hecho ha sido enteramente con la izquierda proindependentista.

Usted participó en el último proceso de paz vasco. ¿Por qué fracasó?

Desde mi punto de visto ese proceso fue fundamentalmente pisoteado. ¿Por qué? Porque no hubo ningún tipo de transparencia. No podían hablar con Batasuna porque era ilegal relacionarse no con ETA, sino con los líderes de Batasuna. Ningún partido quería ser visto relacionándose con Batasuna, primero porque estaba ilegalizado; segundo, porque nadie quería ser visto hablando con ellos por el impacto que eso podía tener en su propio electorado. Así, todas las conversaciones fueron secretas. Las reuniones entre Madrid y ETA fueron secretas. Nadie realmente sabe quién dijo qué. Nadie quería reconocer públicamente que había un proceso de paz. Desde mi experiencia, para que un proceso de paz funcione, necesita ser abierto, transparente, necesita implicar al electorado, debe haber consultas. ¿Cómo se podía hacer eso en esa particular situación? No se podía. Se necesita que sea un proceso respetado, en el que la gente confíe.

¿Se refiere a los interlocutores en el proceso o a la sociedad vasca?

La sociedad debe decir: "Yo creo en este proceso, yo quiero este proceso, porque mis líderes me están diciendo que es un proceso importante que nos llevará mañana a un mundo mejor que el que tenemos hoy". No vimos nada de esa naturaleza en torno a este proceso de paz. Fue pisoteado en todos y cada uno de los niveles. He hecho un análisis sobre numerosos procesos de paz y he acabado encontrando ocho criterios que se suelen dar en procesos de éxito. Ninguno de esos ocho criterios se dio en este caso. Ninguno de los ocho.

¿Pero eran conscientes de que no estaba funcionando?

Yo creo que la gente que se estaba dedicando a esto esperaba que funcionara. Después de que pasara puedes entender por qué no funcionó y puedes hacer un análisis.

¿Usted cree que existía un compromiso real de las partes implicadas?

Lo primero que realmente necesitas hacer en un proceso de paz es construir confianza. Tienes que buscar modos para crearla y la responsabilidad de hacerlo es mutua. El Gobierno la tiene y, por supuesto, la organización ETA también tiene esa obligación. ¿Cómo sucede esto? Antes de que se tenga esa confianza, las partes tienen que encontrarse.

¿Eso no ocurrió?

Eso no pasó. Suelo poner ejemplos: por una parte debe haber declaración de alto al fuego, luego el gobierno puede pensar qué puede hacer en respuesta y puede abordar el tema de la dispersión de presos. Pero uno de los problemas es que haya gente ajena fijando la agenda, porque no me corresponde a mí fijar la agenda para ETA, Batasuna o Madrid, son cosas que deben hacer ellos.

Entonces, ¿cuál es la labor de un mediador internacional?

Puede ayudar si se toma en el sentido de que estas cosas son las que típicamente pasan en un proceso de paz. No estoy diciendo a Batasuna o a ETA éstas son las cosas que debéis hacer o éstas son las cosas por las que fracasó el anterior proceso, porque ninguna de las dos cosas me corresponde a mí. No hacen falta mediadores necesariamente. Si los partidos quieren que un proceso de paz funcione, pueden recurrir a asesores, implicar a gente que ha estado en otros procesos de paz.

Noticias de Gipuzkoa 31/10/2009

Joomla templates by a4joomla